Muestra de arte curada por Paúl Rosero C. para la exposición multidisciplinaria Quito en Zaragoza
Son innumerables las aproximaciones contextuales que ofrece la producción artística quiteña cuando ubica en el centro de sus concepciones a la ciudad. Cada proceso emprendido obliga un modo particular de exposición que delinea una suerte de ley del acontecimiento singular. Esto implica, sobre todo, tener en cuenta al espectador / lector, supuesto o deseado, y pretender que la escritura resultante lo determinará.
En el propósito de presentar una muestra de esta gama, he optado por senderos que remiten a la capital ecuatoriana desde las siguientes perspectivas:
1. La ciudad como escenario de una acción.
2. La ciudad como fuente de una reflexión.
3. La ciudad como un depósito de memoria aún por descubrir.
4. La ciudad como punto de partida o parte de un proceso.
Asumiendo la presunción de que un espectador / lector no está habituado a relacionarse con propuestas artísticas enraizadas en localismos, esta exhibición -que se muestra como un compendio de discursos emergentes y alternos- busca trazar un eje entre los senderos apuntados y a la vez apelar a la forma en que éstos se diseminan en una multiplicidad de relaciones posibles entre el sujeto creador y su entorno directo.
Procuro incentivar un diálogo acerca del imaginario individual construido con sentido de ciudad y lo que finalmente de ello se extrapola a la colectividad. Un diálogo que por momentos se aleja del subjetivo carácter universalista del arte contemporáneo, y que deja su potencial aprehensión en el individual acervo simbólico que el espectador / lector pueda tener.
Jacques Derrida reflexionaba en una entrevista acerca del cómo la invención de una escritura puede desarrollarse a modo de una revolución interminable y del por qué cada libro es una pedagogía destinada a formar a su lector. Salvadas las distancias, se puede considerar que el relato compuesto en esta muestra, donde se reúne el trabajo de catorce artistas que residen en Quito y de dos náufragos que alternan entre Ecuador, Francia e Italia, apoya dicha premisa; y, a través del video, la fotografía, la gráfica y el sonido ensayamos una narración multivocal de esta novela inconclusa, donde Quito se corporeiza como un personaje polimorfo: añorado, repensado, imaginado y escudriñado como sujeto patente de razones y experiencias.
Artistas participantes:
En un acto carnavalesco, sustanciado por el humor como mecanismo de escape, Valeria Andrade interviene al espacio urbano como un escenario conflictivo donde se desenvuelven hechos, coyunturas y personajes de peculiar lógica. En Prácticas Suicidas penetra sin previo aviso en este entramado contemporáneo, donde usa el juego como queja, la metáfora como riesgo y su cuerpo como sujeto suicida, para presionar sobre la llaga de una sociedad sumida en conservadurismos y estructuras caducas, o asechada por circos políticos que invitan al artista a ejercer sus principales llamados: la crítica.
En Oleoducto, María Teresa Ponce bifurca su mirada hacia los contrarios ausencia y presencia. La presencia humana condicionada al -invisible- sistema de oleoducto que atraviesa bajo sus pies o por un costado de sus casas. Estas imágenes, capturadas en análogo y recompuestas en digital, buscan un diálogo compositivo con el paisajismo del siglo XIX, particularmente con el pintor ecuatoriano Rafael Troya, cuya pintura plantea una tensión de significado entre el carácter visual y el humano dentro de los planos. La serie teje un recorrido kilométrico en persecución del inmenso conducto que transporta la principal fuente de divisas de los ecuatorianos.
En Zenith, Raúl Ayala centra su plástica en una reflexión sobre la mutabilidad de los cuerpos. Esos cuerpos circunstanciados a un agente externo e ineludible: el clima. En Quito el sol muerde y la lluvia cae de improviso. El ciudadano permanece obligado a flexibilizar su ser, su vestir y su andar bajo un cielo perpendicular e inestable que transforma estados anímicos y sicológicos sin pautas de reloj. Ayala muestra cuadros donde la relación entre hombre y naturaleza aparece más predecible en la selva verdadera que en la de hormigón.
Con Cocos, pelotas y otras esferas, Paúl Rosero desarrolla una inspección de vórtices
inexplorados en su ciudad. El encuentro con varios grupos de jubilados en un parque del
sur de Quito produce un tipo de desvanecimiento en los límites imaginarios impuestos
por sí mismo con respecto a su entorno. Los ensayos audiovisuales son propuestos
como pacto de esta confluencia, en donde los protagonistas erigen un relato cruzado por
tradiciones mientras dividen sus vidas entre la práctica deportiva y la búsqueda de un
mecanismo económico de sustento diario.
Leonela y Lucrecia Gómez son hermanas siamesas de 23 años de edad. Paulina León, artista plástica, y María Dolores Ortiz, actriz, las personifican desde el año 2005. En “La vida es maravillosa..”, con mucha ironía y humor develan el tema que las convoca: la lucha de seres segregados. Este proceso confronta tres planos de percepción distintos: el “real”, donde se confrontan los personajes; el plano del “deseo”, fantaseado a través de la televisión amarillista, y el plano del “sueño”, donde el hecho de auto-observarse y asumirse titila en la abstracción del ser.
A manera de protesta y posicionamiento político sobre los espacios públicos, Fabiano Kueva amplifica los registros de dos mercados callejeros de Quito, uno reubicado y el otro desaparecido a consecuencia del proyecto de “regeneración urbana” y “ordenamiento de centros históricos” emprendido en Latinoamérica, con el apoyo de varios organismos financieros internacionales, desde finales de la década de los 90. La irreparable desmovilización espacial y simbólica, así como los tonos, ritmos, timbres y colores de la voz, construyen el sentido de resistencia y memoria que el autor propone con estas grabaciones de su propio rastro, en baja tecnología.
Con un acercamiento simbólico y sensible a su ciudad natal, Pablo Gamboa confronta y yuxtapone espacios, conflictos, Historia, costumbres, íconos y personajes que, juntos, pretenden transmitir un ambiente que se traduce como percepción personal. ¿Mitad del mundo o lugar del medio? parte de códigos y signos, muchas veces convertidos en clichés, para construir y re-construir el concepto de cultura dentro de un contexto específico dado y haciendo esquivo cualquier intento certero que conduzca al problema de la representatividad.
Antonia es un retrato contemporaneizado de una mujer cuya fotografía original fuera tomada por el antropólogo francés Paul Rivet entre 1901 y 1906, en una población llamada Archidona, ubicada en la región oriental del Ecuador. Se trata de una intervención que problematiza la noción de la representación visual desde una mirada y una posición de relativo poder, y que descodifica la imagen de su aspecto original para recodificarla en una nueva versión según parámetros de una cierta estética inscrita en el segmento socioeconómico medio-bajo de la sociedad quiteña.
En el tríptico El Tingo, Gonzalo Vargas presenta un retazo de la serie Paraísos Artificiales, proyecto de largo aliento que explora fotográficamente varios espacios dedicados al ocio, al culto religioso, al consumismo, al deporte y a la práctica política. El paraíso es asumido como el espacio construido por el hombre que busca acercarse al lugar perdido del que se habla en las escrituras sagradas. Ese lugar donde espacio y tiempo están dados como promesa de bienestar total, y que el hombre idealista intenta imitar aunque en el intento se choque de frente con la realidad del cotidiano.
En 1901 se prende el primer bombillo eléctrico en Quito y es también el inicio de una estética urbana que hoy está a punto de desaparecer. Manuel Kingman fotografía, con objetivo de archivo, un acordonamiento caótico que se resiste a olvidar los problemas de una ciudad que ha crecido sin un ordenamiento urbanístico adecuado. Así, este registro visual problematiza las relaciones sociales dentro de diferentes perímetros: zonas residenciales y zonas invadidas que finalmente reproducen por igual una composición estética dominada por cientos de líneas en carrera de fuga.
La siembra de un árbol, metáfora de un nuevo inicio, es el medio con el que David Jara se aproxima a una etapa de su vida. El capulí en crecimiento adquiere personalidad y nombre: Mauricio. Su desarrollo evoca uno personal del autor y es extendido a sus compañeros de academia. Mauricio forma parte de un contexto social de gran ingerencia en el medio artístico local. Se convierte en logotipo y en consigna de un ejercicio educativo que rosa lo visual y lo antropológico, y que denota un claro cambio en el panorama actual de producción artística en la capital ecuatoriana.
Con Restricciones Municipales Adrián Balseca ironiza los dispositivos de comunicación y reglamentación que utilizó la Municipalidad de Quito en 2007. El autor se apropia de la campaña de restricción a la pega de afiches en zonas públicas y particularmente en puentes peatonales, para conducir una mirada crítica hacia la publicidad gubernamental relacionada con la libre utilización del espacio público. Certera y directa, la campaña reproduce la forma en que un medio es propuesto para contrarrestarse a sí mismo. Carteles que prohibieron otros carteles lograron una rica proliferación de artistas del graffiti, hoy contratados por la vigente administración municipal.
El vídeo Aufklärung, de Jorge Flores, es una puesta en escena donde el autor manifiesta la relación entre las políticas de inmigración europeas y su propia vivencia en aquel continente desde hace 3 años. Una serie de documentos son presentados como los objetos que determinan su presente y su futuro, y, al igual que el título, hacen alusión a la Ilustración como el estado donde el hombre deja de depender de otro para lograr su realización personal, estatus que se configura como añoranza dada su situación adversa, y donde ese otro es determinante en su camino.
En agosto de 1805 el Ecuador se llamaba Reino de Quito y formaba parte de los países que Simón Bolívar juró liberar del dominio español. Rosa Jijón re-examina los hechos y convierte a Giuramento en una interpretación personal de ellos para, por medio de una especulación visual, tomar como punto de partida la independencia americana y así posicionar un discurso actual que problematiza las relaciones socio culturales de poder. A la autora le interesa discutir cómo las construcciones simbólicas levantadas alrededor de episodios históricos como el mencionado, son interpretadas en el tiempo como discursos de subalteridad vertidos entre los participantes de los acontecimientos.
‘cartografía cuarta’ es un proyecto realizado en conjunto con un grupo de personas invidentes del Centro de Formación y Capacitación Laboral para Ciegos (CEFOCLAC). Falco inserta esta práctica artística relacional en un campo netamente estético, el de la belleza. Así, valiéndose de los testimonios registrados en audio, transita la urbe en compañía de los voluntarios y esboza una suerte de cartografía de la belleza. Los invidentes configuran un relato desde la sonoridad, la historia y la memoria. Sus voces desencadenan una sensibilidad inusual que efervesce por sobre el dominio cotidiano de lo visual. Aquel dominio se mantiene aún vivo en la única fotografía tomada como vestigio del sitio re-visitado.
En Bipolar Diego Arteaga concibe a Quito como una ciudad definida por sus contrapuestos: norte y sur; ciudad franciscana y ciudad neo-cosmopolita. Desde esa dicotomía afronta un retrato citadino a manera de espejismo, donde la imagen se ve dominada por el infranqueable paso del sol.
El estudio de la luminosidad y su comportamiento en el centro del planeta ha sido una preocupación centenaria. Aquí, el autor relaciona este interés con la producción de imágenes de tiempo difuso que llegan a diseminarse en el elemento primario del acto fotográfico: la luz
Centro de Historia de Zaragoza, España Plaza San Agustín, 2.
del 9 de junio al 5 de septiembre de 2010
www.zaragozalatina.com