Negocios

Respirando el aire del diseño

Cuando se viaja, la expectativa se despierta. Esto es tan real como cuando salgo por la añana de mi casa al trabajo y me pregunto ¿qué traerá el día? Y eso es lo que me motiva el conocer otros lugares y otros países, ya sea por trabajo o por vacaciones.Esta vez no fue diferente. Como Docente Curricular de la Univeridad de las Américas (UDLA), también soy parte del equipo de capacitadores NABA (Nuova Accademia di Belle Arti Milano), puesto que la UDLA tiene una certificación adicional en convenio con NABA para la Carrera de Diseño Gráfico e Industrial. Parte de este convenio es viajar a la capital del diseño, Milán, y vivir la experiencia de capacitarse rodeada del ambiente del diseño.

Mis expectativas fueron abrumadoramente cubiertas. Todo lo que se ve, lo que se compra en el supermercado, las sillas de la habitación del hotel, las lámparas más simples de un restaurante, la prenda más cotidiana, todo responde a una cultura del diseño. Todo tiene un “aire” a diseño.

¿Por qué esto no es evidente en otras ciudades? Sí lo es, pero Milán es especial, es realmente fantástica. Quizás por el hecho de haberla visto desde los ojos de un diseñador y a través de otros diseñadores.

Una tarde, luego de haber llegado a la ciudad (domingo, para ser más precisa) fuimos a tomar un helado de limón al pie de la escultura de Leonardo Da Vinci, en Piazza della Scala. Sin caer en lo místico, supe exactamente que iba a ver muchas cosas maravillosas.

Pero no solamente fue el diseño lo que me impresionó; fue la actitud, una muy agradable y digna de imitar, la cual tal vez sea el porqué de ese “aire” tan especial y quizás sólo una impresión de turista. Cuando un milanés esté estresado, se tomará un expreso (delicioooooso). Cuando esté enojado, se comerá un chocolate y cuando esté triste, se sentará al pie de una escultura de un hombre de historia y disfrutará del más rico helado del mundo…

¿Cómo no inspirarse para diseñar en ese entorno? Suena ideal. Lo fue durante esas dos semanas que probé de Italia, tiempo suficiente para crear en mí esas ganas de inspirarme; y buscar esos momentos mágicos en mi propia ciudad.

Es tiempo de buscar esa inspiración, es tiempo de construir los referentes para que el diseño también se respire en Quito, con su propia personalidad, pero con la misma actitud que debe tener todo diseñador: el dejar la huella para que otros se inspiren en él.

Una huella que encontré en el Cementerio Monumental de Milán, lugar donde no se podría pensar que se respira diseño, está lleno de plenitud de estilos y nombres que hicieron historia en las ciencias y en las artes. Nada macabro me pareció toparme con la urna de uno de los más grandes del Diseño: Bruno Munari. Sobre todo por la sencillez de su urna. Una lápida que con su nombre bastaba para saber ante quien uno está parado. Sin mucha gloria, sin embargo, con mucho respeto de saber que muchos otros grandes estuvieron parados en el mismo lugar que yo, agradecida por haber tenido el privilegio de haber leído por lo menos uno de sus libros.

Y eso en dos semanas de visita en Milán. Muchas otras anécdotas se me vienen a la cabeza (un libro podría escribir…), pero unas cuantas reflexiones me quedan: Milán me inspiró, me abrumó, me fascinó y me dejó cada vez más entusiasmada con la más bella pasión del mundo: ser diseñador.

Por: Sofía Bustos Cevallos, sophosss@yahoo.com

Diseñadora, Comunicadora y facilitadora del Diseño e Historiadora del mismo (en potencia)

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