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Adiós Sr. Swatch

Vivo en Suiza desde hace dieciseis años y sé que no es fácil para un extranjero labrarse un camino en el campo profesional y menos aún ganarse la admiración y respeto de la exigente sociedad suiza. Esta difícil tarea la consiguió el libanés Nicolas G. Hayek, considerado como uno de los más originales e importantes empresarios con los que contó Suiza y el artífice de una idea creativa que salvó la industria relojera de este país en la década de los ’80. El pasado 28 de julio la noticia de su muerte dominó los titulares de los medios de comunicación en Suiza y dejó consternados a muchas personas que veían en él a una fuente inagotable de inspiración y motivación.

Hayek nació en 1928 en Beirut y a los veinte años se trasladó a vivir en Suiza. Dirigió varias empresas hasta que en 1985 adquirió una participación mayoritaria en la fusión de dos empresas de relojes, que debido a la barata competencia asiática, se encontraban en bancarrota. Con un préstamo de 4000 francos fundó una nueva empresa, que bajo su liderazgo, creció en forma sostenida hasta consolidarse como la empresa de relojes más grande de todo el mundo “Swatch Group”.

Su visión en ese entonces era crear un reloj barato con tecnología suiza pero pulsera de plástico de colores y con tan solo 51 componentes en lugar de las 100 necesarias para un reloj tradicional. En contra de cualquier sabiduría empresarial, decidió producirlo en Suiza, uno de los lugares más caros del mundo y así nació el informal reloj Swatch que en poco tiempo se convirtió en un éxito de ventas.

Los relojes Swatch alcanzaron su máximo de popularidad a mediados de los 80, cuando una serie de «Tiendas Swatch» (Swatch Stores) fueron inauguradas. Durante ese tiempo, Swatch presentó el proyecto de asociarse con reconocidos artistas, incluyendo a Keith Haring y otros. Los relojes de artistas le dieron un nuevo caché a lo que anteriormente había sido un artículo de moda para la juventud.

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La marca se fue diversificando, sacando relojes de moda para cada temporada, series especiales, relojes metálicos (la serie «Irony»), relojes de inmersión (la serie «Scuba»), relojes delgados y de cuerpo plano (la familia «Skin») e incluso un reloj que se puede conectar a Internet para descargar tasas de cotización, encabezados de noticias, informes del clima y otros datos (la serie «Papparazzi»). También tiene relojes de lujo para coleccionistas con detalles en diamantes o metales preciosos.

En diciembre de 2005, Swatch lanzó un nuevo truco de comercialización en Suiza (para ser lanzado en otros países) que consistía simplemente en portar el reloj Swatch en la muñeca derecha. Normalmente un reloj se llevaba en la muñeca izquierda; la principal razón de esto era que se tenía que dar cuerda al reloj diariamente para que siguiera funcionando. Después, los relojes operaban con baterías y no requerían el mecanismo de la cuerda. El eslogan de esta campaña publicitaria era «Swatch, usalo bien, los tiempos han cambiado, se siente mejor y se ve mejor» (aprovechando el sinónimo en inglés «right» – derecho o bien). El significado de esta idea es que la gente podía ahora usar su reloj Swatch en la muñeca derecha para ser diferentes que otras personas con otros relojes.

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La compañía de relojes Swatch es actualmente el principal fabricante de relojes en el mundo. Se espera que este año alcance un récord de ventas de más de US$5.500 millones.

Al cumplir los 60 años, cuando la gran mayoría empieza a pensar en su jubilación, Hayek de nuevo tuvo una visión, se empeño en crear un auto ecológico, pequeño, moderno y con pocas piezas de fabricación. Se asoció a la empresa Mercedes Benz y luego de un complicado y largo proceso nació el auto “Smart”. A pesar de que en 1998, Hayek deja de participar en el proyecto porque sus exigencias no fueron cumplidas del todo, la idea de este nuevo auto no pasó desapercibida por los fabricantes de automóviles en China y Japón, quienes basándose en este modelo, han producido autos muy similares con mucho éxito.

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El éxito nunca se le subió a la cabeza y este empresario se mantuvo siempre sencillo y cercano. Una de sus preocupaciones principales fue defender a toda costa los puestos de trabajo de sus colaboradores. Recibió muchísimos premios nacionales e internacionales entre el premio a ciudadano honorable de la ciudad de Biel (sede de Swatch).

En vida fue reconocido como «un fenómeno poco frecuente en Europa, una figura extravagante con sentido del humor pícaro». La muerte del empresario provocó una serie de homenajes en los medios locales que lo citaron describiéndose como un «artista-empresario».

El diario suizo “Blick” tituló: «¡Gracias por Swatch! ¡Gracias por Smart! ¡Gracias por todo!».

El secreto de su éxito, según explicó en una entrevista es que siempre se sintió como un niño entusiasta, rebelde e inconformista en el cuerpo de un hombre mayor, “Al igual que un niño de seis años creo en Milagros y en el papá Noél. Para mí todo es posible, lo único imposible es la muerte y los impuestos”… Sr. Swatch en Suiza se te va a extrañar!

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